sábado, 24 de septiembre de 2011

Escenarios de Buenos Aires, “la década del ochenta”


Escenarios de Buenos Aires, “la década del ochenta”
Julie Weisz, Energía que Fluye.
Una obra que no suelta la vigencia.

Por. Katherine Calderón Correa
Fue un llamado, una invitación concreta para realizar fotografías de vestuarios lo que recibió hace veintinueve años la fotografa Julie Weisz, aquella intención no trascendía más allá, pero el eco del telón que se corre, anunciando la escena, cambiaría por primera vez la modalidad de encarar la fotografía de teatro, extraerla de la sola documentación, para convertirla en un aspecto totalmente creativo y artístico, lo que después de muchos años también se sigue destacando en otros países con la obra, Escenarios de Buenos Aires, “La década del Ochenta”.
Tras la invitación del Centro de Investigación, Documentación y Difusión de las Artes Escénicas (CIDDAE) y del  Centro Municipal de Fotografía (CMDF), para exponer en el Teatro Solís de Montevideo – Uruguay, desde el cuatro de septiembre hasta el quince de noviembre de 2009; Julie nos habla de la vigencia que no suelta su obra por hacer historia, marcar tendencias y fluir  a pesar de la adversidad.
“Por mucho tiempo estuve muy vinculada al teatro pero en aquel entonces nunca me relacioné directamente con él. Llegué a tomar clases de actuación, en los setenta quise ser escenógrafa, pero no había una carrera por ese momento en Buenos Aires; incluso estuve casada con un director de teatro pero después de haberme separado, vuelto a casar y a separar, mi momento de capturar la escena no había llegado”, asegura Julie.
El Campo

Escenario de Buenos Aires, La década del Ochenta, adopta este nombre por ser, legítimamente, el período en que Weisz dedicó a la fotografía de teatro. Empezó desde el ochenta y uno, y terminó en el ochenta y nueve con El Fausto, la puesta en escena que dirigió Augusto Fernández; después, no volvió hacer fotografías sino hasta el noventa, pero relacionadas al teatro, nunca más.
“No sentí más necesidad de seguir sacando este tipo de fotografías, agoté la idea, para mí no tenía sentido seguir sacando fotos de este tipo, porque exprimí hasta el último ápice de mi intención hacia ello”, Comenta Julie explicando por qué aquel punto final.
También aclara que toda su obra está guiada por momentos, y aseguró que hasta podría hacer una biografía de su vida a través del trabajo y obra artística. Tal vez este sea el pronóstico de lo que pasará en algunos años.
El Inicio
Durante el año ochenta y uno, realmente empieza el enlace que todavía resurge sin importar el tiempo; Julie Weisz inicia con Teatro abierto, un movimiento teatral muy importante en la Argentina, que fue, por decirlo de alguna manera, el movimiento de resistencia a la dictadura, más importante que hubo desde lo cultural.
Gracias a la invitación de una amiga, comienza a sacarle fotos al vestuario de la obra, por lo cual Weisz se sintió muy atraída como fotógrafa; cuando le piden que se quede a la función continuó disparando su cámara, emergía en ella una satisfacción insaciable, a lo cual ya no se podía resistir aunque fuera la primera vez que fotografiaba una obra en escena.
Mar Muerto


Le piden que vuelva, se entusiasma con la idea y al ver el buen resultado de las primeras fotos decide continuar. “En aquel entonces venía de la fotografía pura y caigo, aterrizo ahí, donde me engancho como si fuera la pasión más grande de mi vida, así como Teatro Abierto, un movimiento muy especial; pero igual fue todo una  locura, porque se incendió el teatro a los dos días después que yo saqué las fotos. A raíz de eso me dije, bueno voy a ir a revelar para ver que me sale, y por si fuera poco la otra noche vuela el teatro con una bomba, entonces mis fotografías pasan a tener mayor envergadura”, resalta Weisz.
Embriagada por el descubrimiento de su nueva pasión y lo que representaban esas fotos en particular, Weisz logró y consiguió, la expresión de otra expresión, congelada en el momento justo en que el tiempo había confabulado, dando prueba fehaciente de una profecía que había sucedido y se documentaría, pero de una forma mucho más artística.
Fue una época intensa, llena hallazgos que finalmente harían historia y marcarían la tendencia. Le va muy bien,  terminan por gustar mucho sus fotos, y la invitan a exponer en Venezuela, de esta manera comienzan sus muestras de fotografía de teatro, las que también serían las primeras muestras como fotógrafa.
Kantor

En la selección de las fotos de la muestra que será realizada en Urugay, invitación que fue extendida a través del Centro Cultural Ricardo Rojas, fueron organizados los grupos de fotografías para ser expuestos en cinco espacios del Teatro Solis. “la sala no es una sala común, son escaleras que a los costados tiene unos pasillos con luces para exponer las obras, por eso fue necesario configurar un criterio y un orden que facilite la lectura, dentro de esta sala dividida”, afirmó Julie.
Con una mirada externa Alberto Goldenstein opina sobre el trabajo de Weisz.  “Julie está entre los pocos fotógrafos con una obra construida sobre la fotografía de teatro. Este es un género muy particular y nada fácil, ya que se trabaja con dificultades técnicas por la escasa luz, o el alto contraste visual. Pero Julie logró siempre superar estas barreras pudiendo además captar el dramatismo teatral e imponer su propia sensibilidad” declaró el también fotógrafo Alberto Goldenstein.
El Reto
Pero su obra no quedó ahí, luego de fotografías de teatro, y extraer totalmente su interés hacia el mismo, continuó con fotos de las mujeres, “La Identidad Femenina en una Minoría”; siguió con “Autorretratos” durante los noventas y sobre la misma década hace “Terapia intensiva”.
En el noventa y ocho trabajó sobre diversos temas, exponiendo y participando en muchas muestras internacionales, sin embargo durante este año le diagnostican cáncer y le realizan una cirugía, para la misma época en que se inauguró la muestra de “La vida en Terapia Intensiva”, en el Centro Cultural Recoleta.
“Cuando pasé a recuperarme de la cirugía, solo estuve quince minutos, pero fue la primera vez en mi vida que estuve en terapia intensiva”, menciona resaltando cómo su obra y su vida terminan siendo un reflejo de lo vivido.
Decide irse a Uruguay, cerca a Colonia en una playa de Santana, con la idea de recuperarse, cierra su estudio y laboratorio en Buenos Aires, y se construye un taller donde empieza a pintar y hacer cerámica. Sin embargo nunca se alejó por completo de la fotografía, dictaba clases en los pueblos aledaños hasta que decide que es tiempo de volver.
Nacha Guevara

“Volví a Buenos Aires porque se me agotaron las pilas. Porque estaba en un lugar desértico,  mucha soledad, y tal vez yo necesité eso, pero no sé, ni me imagino cómo aguanté tanto tiempo, ahora no lo podría hacer. Se ve que acepto los desafíos y los cumplo, porque eso me sanó”, reveló Julie recordando cada detalle de su esfuerzo.
De la misma forma continúa rememorando instantes diciendo, “Volver no fue fácil porque me costó reconectarme, enfrentar otras cuestiones personales, donde tuve que poner mucha energía. En definitiva, definiría que el  2008 fue mi lucha por la supervivencia”.
Espiral de Fuego

Hoy en día Julie se dice más retraída, no tener el mismo derroche de energía que antes, sin embargo su vocación como profesora y su participación como jurado en los distintos salones y concursos, dicen lo contrario, donde resalta y defiende con rigor, la necesidad de diferenciar la trayectoria de un fotógrafo, tras una fotografía y una simple foto bonita de quien apenas empieza.
Aclara que no menosprecia el esfuerzo ni la calidad, de una buena fotografía,  a lo que dice, “no estoy de acuerdo a que los grandes premios de honor se lo den a cualquiera que tiene una linda foto, el premio a la trayectoria es un gran premio, y si hay una foto mejor que esta, que le den un premio pero no la mención honoraria por trayectoria”, enfatiza refiriéndose al pasado Salón Nacional donde se presento cierta controversia por el veredicto.
Finalmente el llamado a exponer una vez más Escenario de Buenos Aires, La década del ochenta, muestras la trascendencia de su obra, mientras que cada trabajo tuvo su momento, y aunque cada uno de ellos fue exprimido hasta la última gota de inspiración, sus fotografías de teatro marcaron un hito en la historia y no solo en la fotografía Argentina.
Luego de marcar una modalidad distinta en la apreciación de la escena, trabajar con su archivo fotográfico, sobrevivir ante la adversidad y continuar con la vocación de enseñar, mientras practica otras formas de expresión artísticas, Julie Weisz encara la fotografía y la  vida diciendo, “dejo que la energía fluya, no podemos ir  en contra, las cosas que van a suceder, suceden. Yo creo en eso porque mi vida es así.”
Marionetas


 
Por Katherine Calderón Correa